Tu visita es la número:

viernes, 17 de febrero de 2012

-Grítale al mundo que me quieres. +Te quiero. -Por qué me lo dices al oído? +Porque tú eres mi mundo.

Con 3 años, queríamos ser piratas, héroes, o, en mi caso, princesas. Con 7 años, queríamos ser cantantes, bomberos, médicos, o, en mi caso, bailarines. Ahora, que ya somos mayores, nos damos cuenta de que no sabemos lo que queremos ser, o sí. Yo lo único que sé es que quiero ser yo misma, aunque eso me impida cumplir alguno de mis sueños. ¿Por qué? Porque, aunque consiga hacer realidad uno de mis sueños, pierdo mucho: amigos, familia... Y eso es lo que importa. Todo el mundo ha cambiado, incluso yo, pero nunca alguien ha llegado a cambiar tanto que ahora no tiene a nadie, y cuando se dice a nadie, es a nadie. Podremos perder una o dos amigas, pero siempre sabremos que, cambiado un poco, las podremos recuperar. Y si no queremos, no queremos. Nadie nos va a obligar a hacer lo que nosotros no deseamos. Nadie es nuestro dueño, sólo nosotros. Sólo nosotros podemos cambiar nuestra forma de ser, de ver las cosas, de relacionarnos con la gente.
Antes, de pequeños, para nosotros hacerle daño a alguien era robarle el bocadillo de la merienda, o empujarlo contra el suelo, pero sin hacerle daño, o llevarle la contraria... pero ahora, de mayores, sabemos que hacerle daño a alguien es no quererle, pasar de él como de la mierda, hacer que se sienta mal... De pequeños, esto no se hacía, porque con un "lo siento" se arreglaba todo, pero ahora ya no es tan difícil decir "lo siento". Ahora sabemos que esa persona no se arrepiente del todo de lo que te ha hecho, que una parte de su corazón sigue feliz por hacerte infeliz a ti. Porque nunca nadie te quiere como al principio... Porque nadie, después de una pelea, tiene ese remordimiento de conciencia que nosotros pensamos... Porque nadie es como dice ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario